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martes, 7 de mayo de 2013

Teorías de la inteligencia


Por su parte el enfoque genético se encuentra centrado en el estudio genético de la inteligencia, así como la influencia en la inteligencia de la interacción entre los genes y el ambiente celular, físico y social. Como señala Plomin, en el artículo escrito el año 1997 titulado “Identificación de genes para habilidades y deshabilidades cognitivas”, se observan dos perspectivas diferenciales entre ellos: (1) La perspectiva tradicional considera que un gen provoca una alteración determinada, tal y como ocurriría en el síndrome del cromosoma X frágil o en la fenilcetonuria. (2) La perspectiva de la genética cuantitativa que considera que las influencias genéticas en la inteligencia, así como en la esfera patológica y psicopatológica, provienen de la actividad de múltiples genes, de modo que un único gen no es ni necesario ni suficiente para causar una alteración patológica. En palabras de Petrill, en el artículo escrito el año 2003 titulado “El desarrollo de la inteligencia: Enfoques de comportamiento genético”, las investigaciones que estudian el papel de la genética en la inteligencia se han centrado en tres aspectos principales: (a) Estudios familiares, (b) estudios con gemelos monocigóticos y dicigóticos, estudios en adopciones o separaciones. Todos ellos parecen indicar que la clásica dicotomía entre herencia y ambiente no tiene sentido al comprobarse que ambos componentes, los contextuales y genéticos, son importantes en el desarrollo de la inteligencia. Según De Haan y Johnson, en el libro escrito el año 2003 titulado “Mecanismos y teorías del desarrollo del cerebro”, además, esta interacción entre herencia y ambiente ya existe incluso a nivel molecular ay celular, siendo esta interacción la que contribuye al proceso de desarrollo desde el mismo momento de la concepción.

Por su parte las concepciones psicométricas basan el estudio de las diferencias individuales de la inteligencia a través de los test o pruebas, destacando entre los pioneros de este enfoque autores como Galton, Binet y Spearman. El enfoque psicométrico ha ido evolucionando, a lo largo de los más de 100 años de historia, desde la concepción de Boring, descrita en el artículo escrito el año 1923 titulado “Inteligencia, como las pruebas prueban esto”, según la cual la inteligencia es lo que miden las pruebas: “la inteligencia como capacidad de hacer bien un test de inteligencia […] esta es una definición acotada pero es el único punto de partida de discusión rigurosa de las pruebas”, de los trabajos realizados a fines de los años 1990, Neiser y sus colegas, en el artículo publicado el año 1996 titulado “Inteligencia: Conocer y no conocer”, consideran que las pruebas convencionales no evalúan muchas de las capacidades intelectuales o relacionadas con la inteligencia, como la sabiduría, la creatividad o la inteligencia aplicada a la vida diaria. Galton, uno de los pioneros de este enfoque, fundamentó el estudio de la inteligencia humana y de la alta capacidad intelectual, en el libro escrito el año 1869 titulado “El genio hereditario”. El papel de la herencia en su teoría es central y básica, seguramente influenciado por los descubrimientos de su primo Darwin, hasta tal punto que en el libro mencionado Galton afirma: “Pretendo mostrar que las capacidades naturales del hombre se derivan de la herencia, bajo exactamente las mismas limitaciones que las formas y características físicas de todo el mundo orgánico. Consecuentemente […] será posible producir una raza de hombres altamente superdotados mediante matrimonios juiciosos durante varias generaciones consecutivas”. Según Brody, en el capítulo de libro escrito el año 2000 titulado “Historia de las teorías y las medidas de inteligencia”, Galton estaba interesado en relacionar la inteligencia con las funciones cognitivas simples, por lo que evaluaba la discriminación auditiva y la visual partiendo de la hipótesis que a mayor inteligencia, mayor capacidad discriminatoria. Binet, a diferencia de Galton, consideraba que “las diferencias individuales son más fuertes para los procesos superiores que para los procesos elementales”, por lo que se centró en el estudio de la inteligencia a partir de los procesos cognitivos complejos. Es por ello que Binet, para discriminar entre los alumnos normales y los débiles mentales, tal y como lo encargo una escuela de París, confeccionó junto a Simon la primera “prueba mental”, descrita en el artículo escrito el año 1908 titulado “El desarrollo de la inteligencia en los niños”, que evaluaba el rendimiento académico de los estudiantes. Esta prueba estaba compuesta por varias escalas, que cubrían las edades cronológicas entre tres y trece años, y le permitió a Binet introducir el término de “edad mental” para referirse al nivel de edad que le corresponde a un individuo según las respuestas correctas dadas en los instrumentos de medida.

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