jueves, 25 de agosto de 2016

Formación del viento

El viento es una de las fuerzas más poderosas de la naturaleza, ya que en su adecuada medida puede proporcionarnos energía para abastecernos, o bien puede destruir aquello que tanto esfuerzo nos costó construir, llevándose por delante aquello que se interponga en su camino. Aunque no lo vemos, nos beneficiamos enormemente de su uso y es un fenómeno físico sumamente interesante del cual millones de personas en el mundo están pendientes día a día.

Digamos que el viento suele definirse como un flujo de aire a gran escala, un movimiento del aire en la atmósfera. El viento es en sí aire en movimiento, una corriente de aire que se mueve y que es producida por ciertas condiciones atmosféricas, de origen natural. Los vientos se originan como consecuencia de las diferencias en la presión atmosférica y estas diferencias se producen por las distintas temperaturas en el aire como consecuencia del calentamiento desparejo de la superficie terrestre que nos llega desde el Sol.

El aire frío tiende a desplazarse hacia abajo, mientras que el aire caliente se desplaza hacia arriba. Estas zonas pueden abarcar cientos de miles de kilómetros cuadrados y son conocidas como áreas ciclónicas (centros de baja presión) y anticiclónicas (centros de alta presión) respectivamente. Cuando una masa de aire se calienta, se eleva el aire más frío y pasa a ocupar su lugar. Esto provoca el movimiento de aire (lo que llamamos viento), que son los desplazamientos de masas de aire superficial en la zona de la atmósfera, técnicamente conocida como la troposfera. El viento es producido por causas naturales y que participan del ciclo natural que regula la atmósfera.

En zonas montañosas o con un relieve variado, las montañas y las brisas del valle influyen en los vientos. También influye la rotación del planeta que hace que el aire se mueva en un fenómeno llamado efecto de Coriolis. Existen dos factores de vital relevancia para especificar las condiciones del viento, ellas son la velocidad y la dirección.

Se calcula que una pequeña parte de la energía de sol se transforma de forma efectiva en viento, en torno a un 1 o un 2%. Si pudiéramos aprovechar todo el viento, podríamos producir 53 TWh/año, de energía eólica, lo que cubriría las necesidades energéticas de todo el planeta.


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