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lunes, 15 de abril de 2013

Proyectan un Silicon Valley flotante para científicos de todo el planeta

Dicen que el Silicon Valley es la tierra de las ideas novedosas y radicales en el campo de la tecnología. Y el ingenio también parece estar a la orden del día para encontrar soluciones a problemas legales.

Frustrados por la limitada cantidad de visas que otorga el Gobierno de Estados Unidos a científicos y técnicos extranjeros, un dúo de emprendedores encontró una alternativa: mudar las oficinas de las empresas tecnológicas a alta mar.

Así nació Blueseed, un barco-colonia en medio del océano Pacífico frente a California, donde no aplican las restricciones legales vigentes en el territorio estadounidense.

Una estructura flotante, a unos 25 kilómetros de la costa y en aguas internacionales, podría entonces servir de escala en el camino: está pensado como un espacio para albergar a start-ups que necesitan contratar expertos sin importar de qué país provengan.

Sin visas

Marty -hijo de un matrimonio cubano exiliado a comienzos de la década de los años 60- bocetó la idea cuando estudiaba una maestría en una universidad de Miami. Ocurrió después de ver cómo muchos de sus compañeros extranjeros tenían que marcharse, contra su deseo, una vez graduados.

Las empresas de tecnología llevan años haciendo lobby en Washington para lograr que se levante la restricción de 65.000 visas anuales H-1B para trabajo temporal especializado.

Junto a su socio Darío Mutabdzija, el modelo de Blueseed lo tomó Marty de The Seasteading Institute (TSI), un think-tank que promueve el desarrollo de ciudades en el océano. Los investigadores del TSI creen que así serán los territorios del futuro: sobre estructuras en aguas internacionales, autosostenibles y autogobernados.

La idea, que ya provocó debates en publicaciones como Time o The Economist, tiene detrás a Patri Friedman, ex ingeniero de Google y nieto del economista Milton Friedman; también al experto en ingeniería naval George Petrie y al creador de la empresa de pagos por internet PayPal, Peter Thiel.

Blueseed es, en este sentido, una primera materialización de las ideas del TSI. Calculan hospedar a unos mil trabajadores de 360 compañías y 65 países distintos.

Para las cuestiones técnicas, cuentan con la experiencia de otros proyectos flotantes, como plataformas petroleras, portaaviones o cruceros transoceánicos.

Caro y polémico

Pero el plan de vivir en alta mar será caro para los varios centenares de emprendimientos tecnológicos que se vuelvan inquilinos: costará a razón de 2.000 dólares mensuales por persona.

Sin embargo, el principal obstáculo podría ser la confrontación con las autoridades estadounidenses. Aunque la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza declinó comentar sobre el proyecto, es probable que la reacción no se haga esperar si Blueseed sale a flote.

Después de todo, se trata de un atajo para saltearse normas federales, que dejaría a una comunidad de extranjeros viviendo frente a la costa de California con la clara intención de trabajar, así sea indirectamente, en la industria tecnológica estadounidense (BBC Mundo).

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