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miércoles, 24 de abril de 2013

Descubren roca ‘lubricante’ que desliza placas tectónicas

Científicos del Instituto Scripps de Oceanografía en la Universidad de California en San Diego han descubierto una capa de roca fundida licuada en el manto de la Tierra que puede estar actuando como lubricante para los movimientos masivos de deslizamiento de las placas tectónicas del planeta (enormes masas de tierra que ‘flotan’ sobre el magma). El hallazgo puede llevar a resolver funciones básicas geológicas del planeta y una mejor comprensión de las erupciones de los volcanes y de los terremotos.

Los científicos descubrieron la capa de magma en la trinchera Mesoamericana de Nicaragua en alta mar. Usando tecnología electromagnética avanzada, los investigadores tomaron imágenes a 25 kilómetros de la gruesa capa de roca parcialmente fundida del manto por debajo del borde de la placa tectónica de Cocos, que se mueve bajo el océano Pacífico de la costa oeste de América Central.

Sorpresa desde el fondo

Las imágenes de magma fueron capturadas durante una expedición en 2010 a bordo del buque de investigación Melville de la Marina de Estados Unidos y operado por Scripps. Los investigadores se dieron cuenta de que habían encontrado magma en un lugar sorprendente.

Durante décadas, los científicos han debatido sobre las fuerzas que permiten a las placas tectónicas del planeta deslizarse a través del manto de la Tierra. Los estudios han demostrado que el agua disuelta en los minerales del manto lo hacen más dúctil, por lo que facilita los movimientos tectónicos de placas, pero durante muchos años había pocas imágenes claras y datos para confirmar o desmentir esta idea.

Los investigadores intentan ahora encontrar la fuente que alimenta el magma de la capa recién descubierta. Por lo pronto, creen que sus resultados ayudarán a los geólogos a entender mejor la estructura de los límites de las placas tectónicas y la forma en que afecta a los terremotos y a la actividad volcánica

ES POSIBLE ADELANTAR UN TIPO DE SISMICIDAD

Existen los denominados ‘climatequakes’ o terremotos inducidos por las condiciones climáticas; el calentamiento global está fundiendo los casquetes polares y el nivel del mar sube lentamente a escala planetaria. Este ‘trasvase’ del agua congelada en agua líquida tiene unas consecuencias irrefutables en términos de un incremento de la sismicidad en zonas como Groenlandia (liberada del peso de los hielos) y tendrá a medio plazo un efecto disparador de la sismicidad en zonas costeras con fallas activas (como la falla de San Andrés, en California).

La idea de que el cambio climático y las precipitaciones puedan tener influencia en los terremotos es una hipótesis bien contrastada: la denominada ‘hidrosismicidad’ sugiere que existen relaciones de causa-efecto entre las intensas precipitaciones y los terremotos de poca profundidad y magnitud.

La evidencia de que el clima tiene influencia en los movimientos tectónicos va aumentando: el agua de la lluvia, de los ríos, lagos o mares se cuela por cualquier fisura que encuentra en la corteza porosa y puede alcanzar profundidades de hasta 10-20 km y producir terremotos.

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