martes, 9 de abril de 2013

El científico y la espía Una historia de amor para Einstein

Albert Einstein fue seducido por una bella espía rusa, Margarita Konenkova, en busca del secreto de la bomba atómica, revelaron algunas cartas de amor que un heredero de la mujer decidió a vender más de medio siglo después de estos hechos.

“Todo aquí me recuerda a ti, en este nido mío, solitario como la celda de un eremita”, escribía por ejemplo el científico el 27 de noviembre de 1947. En la carta figura la sigla “Almar”, formada por la unión de Albert y Margarita.

Nueve cartas de Einstein y algunas fotografía de ambos amantes fueron subastadas por Sotheby’s en Nueva York, en ese tiempo. La bella Margarita conservó todos los escritos de su admirador lejano, pero nunca le respondió.

Una vez cumplida su misión en Estados Unidos, al final de la segunda gran guerra volvió a Moscú, donde fue condecorada por los servicios prestados a la KGB. En lo años 40, en Nueva York, Margarita Konenkova era conocida como musa inspiradora de artistas e intelectuales rusos en el exilio.

Se sabía también que era la amante de hombres famosos, desde el compositor Serguei Rachmaninoff al bajo lírico Boris Chaliapin. Desde entonces se conoce su verdadera profesión, gracias a las me-morias del jefe de operaciones especiales de la KGB, Pavel Sudaplatov, publicadas en 1995.

Sudaplatov era el gran titiritero de los espías infiltrados por Stalin en el “Proyecto Manhattan”, la investigación sobre la bomba atómica.

En su libro revela que Margarita Konenkova se llamaba en código “agente Lukas”. La tarea de la Mata Hari rusa, según Sudaplatov, era “influir a Robert Oppenheimer (el jefe del proyecto Manhattan) y a otros importantes científicos con los que ella se encontraba a menudo en Princeton”.

El escultor ruso Serguei Konenkov, marido de Margarita, había sido enviado a Princeton para retratar a Albert Einstein, que realizaba sus investigaciones en esa universidad.

El científico y la bella rusa se conocieron en 1935, pero no está claro si se hicieron amantes antes o después de la muerte de la segunda mujer de Einstein, Elsa, en 1936.

El “proyecto Manhattan” se basaba en los descubrimientos de Albert Einstein, pero él no estaba implicado en el aspecto técnico. Los experimentos se realizaba en Oak Ridge, en Los Álamos y en Chi-cago, mientras él seguía sus estudios teóricos en Princeton.

Margarita Konenkova no estaba encargada de arrancarla secretos, sino simplemente de “influir” positivamente en él hacia la Unión Soviética. Y consiguió, en efecto, presentarlo al vicecónsul Pavel Mikhailov, cuyo nombre aparece en las cartas.

Cuando Margarita volvió a Moscú, en 1945, Einstein tenía 66 años y ella 51. La correspondencia se interrumpió en 1946, con una frase que deja entender la atmósfera de la Guerra Fría: “Con esta carta, si la recibes, te mando también mis besos. Que el diablo se lleve a quien la intercepte”.

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