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jueves, 7 de marzo de 2013

La Vía Láctea guía a escarabajos

Desde hace siglos, los navegantes y viajeros se han orientado gracias a las estrellas y se sabe que muchas aves también utilizan este mapa nocturno para realizar sus desplazamientos. Ahora, un grupo de científicos de la Universidad de Lund (Suecia) ha descubierto otro animal que mira al cielo para orientarse: el escarabajo pelotero africano.

Múltiples usos para las heces

Es pequeñito y arrastra enormes bolas de excremento para impresionar a las hembras. Además, para este coleóptero las heces son su sustento, su trabajo y su nido. El nombre del escarabajo pelotero se debe a que arrastra cada día bolas de estiércol de hasta 200 veces su peso. Estos coleópteros sienten una especial atracción gastronómica por las heces de los herbívoros, de ahí que rastrean su aroma.

Cuando se topan con este material, empiezan a arrancar trocitos y amasarlos hasta formar una albóndiga que llevan rodando al nido. En la época de puesta, la hembra deposita un único huevo dentro de la boñiga. La larva queda totalmente cubierta y en este entorno se desarrolla hasta hacerse adulta.

Un equipo de investigadores de Sudáfrica y Suecia ha identificado otro práctico uso del transporte de estos desechos: mantener el cuerpo del escarabajo fresco, ya que los sitúa a cierta distancia de la arena caliente. Esto sucede sobre todo a mediodía, cuando el sol se sitúa en su punto más alto y “pega” con más fuerza. Para comprobar si ésa era la razón porque subían, los calzaron con unas botas de silicona para mantenerlos a salvo del calor. A partir de ese momento la tendencia a subirse a la bola de excrementos prácticamente desapareció.

La Vía Láctea como brújula

Una vez conseguido su tesoro, este animal debe alejarse lo más rápido posible del montón de estiércol, pues allí se suele formar un verdadero campo de batalla entre los machos de su misma especie, donde todo vale para conseguir la bola más grande y dejar “fuera de juego” a sus contrincantes. Cuando llega la noche, estos sufridos pretendientes deben ser capaces de orientarse para seguir una línea recta para alejarse del montón de estiércol.

Los autores del trabajo, que se publica en la revista Current Biology, querían estudiar la forma en la que los escarabajos se guían con la luz de la luna para no perderse. Para su sorpresa, observaron que incluso en las noches sin luna los animales mantenían sus trayectorias. Intrigados, diseñaron un experimento para averiguar qué era exactamente lo que hacía a los escarabajos mantener el rumbo. Diseñaron una serie de bolas rellenas de arena y midieron el tiempo que cada escarabajo tardaba en llevarlas desde el centro hacia el extremo de una trayectoria determinada. Repitieron la prueba tanto al aire libre como en el interior de un planetario en el que podían manipular la luz de las estrellas.

Los resultados revelaron que los animales tardaban lo mismo en completar el camino cuando se encontraban al aire libre que cuando estaban en el interior del planetario, bajo la luz de las estrellas y de la Vía Láctea. Sin embargo, cuando se les tapaban los ojos o en el cielo tan solo brillaban algunas estrellas con poca luz, los escarabajos se perdían o completaban el trayecto con mucha dificultad.

En condiciones naturales, los escarabajos no usan estrellas individuales, sino más bien la banda completa de la Vía Láctea que les sirve como brújula. Además, la Vía Láctea es mucho más fácil de ver en el hemisferio sur, donde los investigadores realizaron sus experimentos. Los resultados también plantean la posibilidad de que otros insectos nocturnos empleen la Vía Láctea para orientarse.

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