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lunes, 29 de octubre de 2012

FELIX BAUMGARTNER /// PRIMERA ENTREVISTA DEL HOMBRE “SUPERSóNICO” DESPUéS DE SU GRAN SALTO DESDE LA ESTRATóSFERA

Felix Baumgartner atiende a MARCA por teléfono desde la Costa Este de Estados Unidos en un programa vertiginoso, como su caída, que le ha preparado Red Bull, la firma austriaca de los grandes desafíos con la que el 14 de octubre ascendió a la estratosfera, a más de 39 mil metros, para, en la caída, atravesar la barrera del sonido a 1.342 kilómetros por hora.

¿Qué ha hecho estos días? ¿Se siente un superhéroe?

He estado de aquí para allá en Los Ángeles, Orlando, muchas peticiones, programas de televisión y la verdad es que mi vida ha sufrido muchos cambios.

La gente te conoce en los aeropuertos, en los restaurantes, te pide autógrafos, fotos. Recibes llamadas a las cuatro de la mañana, te siguen los paparazzis. Algo ha cambiado mi vida.

¿Qué pensó durante la ascensión?

Estaba muy concentrado en lo que estaba haciendo. Iba repasando con Joe (Kittinger, su predecesor que capitalizó la aventura) que todo estuviera bien no te puedes distraer nada.

Necesitaba que todo estuviera bajo control y estuve repasándolo todo con mi equipo.

¿Por qué abrió el paracaídas antes de lo previsto y no batió el récord de Kittinger?

No, no fue así. Lo abrí a los 5.000 pies (1.300 metros) que era lo que establecía el protocolo. Todo sucedió como lo había pensado.

¿Cuál fue el momento más excitante para usted?

Cuando abrí la capsula y sentí que estaba en lo alto del planeta. Podía ver toda la tierra. Allí arriba te sientes enormemente humilde, no piensas en que vas a batir un récord, sólo en volver vivo.

Cuente rápidamente las sensaciones durante su caída.

Es difícil explicarlas. La salida fue buena y luego empezamos a girar durante unos 50 segundos. En aquel momento pierdes el control, entre otras cosas porque era una fase que a esa velocidad jamás puedes entrenar. Nunca habíamos entrenado un salto supersónico lógicamente. En ese punto conseguí dominar el salto y pude lograr el objetivo.

¿Cerró los ojos?

Nooo (Risas). Sentía una enorme presión en mi cabeza, pero no los cerré, sólo trataba de dominar la situación.

¿Y qué se ve a mil kilómetros por hora?

Pues el cielo azul y que las cosas pasan a gran velocidad.

¿Se disfruta de un salto así?

Se disfruta luego, cuando lo has conseguido y sigues vivo. Pero durante el salto, no. Es durísimo.

¿Tenía escrito su testamento?

No lo tenía escrito porque sabía que no iba a morir. En ningún momento lo pensé. Había estado entrenando este salto desde hace cinco años y mi mente estaba preparada. Ese salto en mi cabeza ya lo había hecho muchas veces.

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