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miércoles, 12 de junio de 2013

Verduras musicales causan sensación

Creatividad natural. La original orquesta de Viena tiene la peculiaridad de crear sus instrumentos a base de verduras: una calabaza se transforma en una batería, una zanahoria en una flauta.

Un grupo de artistas austríacos se hace llamar “la Orquesta de Verduras” y asumió el desafío de hacer música con instrumentos sacados directamente del refrigerador: calabazas, pepinos y zanahorias, sólo por nombrar algunas; está deslumbrando el oído musical de la mano con la naturaleza.

Los 11 miembros de la orquesta tienen una experiencia de 12 años de exploración de la “música vegetal” y ya están promocionando su tercer trabajo discográfico, "Onionoise" (juego de palabras que significa "Ruido de cebollas").

La mayoría de los músicos convencionales arranca su labor en una sala de ensayo, pero no los integrantes de la Orquesta de Verduras: ellos primero van al mercado, para comprar lo que serán sus instrumentos. Allí observan, tocan y sopesan las diferentes hortalizas que están a la venta. Luego se dirigen a “la cocina de ensayo” y ahí mismo, ayudándose de cuchillos y perforadoras, diseñan sus herramientas. Por ejemplo, una flauta hecha de zanahoria.

Cuando salen de gira, siempre acuden a las tiendas locales y a mercadillos de agricultores para encontrar lo mejor. “Las verduras empaquetadas del súper no son buenos instrumentos”, dicen en su página web.

Después de 12 años de hacer música vegetal, el grupo ha aprendido qué clase de verdura suena mejor en cada país, según una serie de factores, como clima y contenido en agua del vegetal. Necesitan 70 kilos de verdura fresca para cada concierto y tres horas para diseñar los instrumentos que utilizar.

Los puerros se transforman en violines, las calabazas y otros tubérculos en tambores y cajas de percusión, como resultado un sonido muy sabroso y de buen gusto.

"Este no era un proyecto a largo plazo. Lo hicimos por primera vez para un festival y caímos en que tenía muchas posibilidades; desde entonces seguimos investigando y construyendo instrumentos, y además fue bien recibido por la gente", explica uno de los integrantes de la banda.
MÚSICA DIFERENTE

En su último concierto la orquesta utilizó entre 70 y 100 kilos de verdura y alrededor de tres horas de trabajo para crear algunos de los instrumentos como el "pepinófono" que toca uno de los miembros y que está compuesto por una boquilla de zanahoria, un cuerpo de pepino y una campana formada por un ají.

Pero esa música no existiría sin los equipos de tecnología moderna, como amplificadores o micrófonos de última generación. Combinando sonidos de hojas de col estrujadas, pepinos rotos, etcétera, crean un tipo de música, descrita como algo entre música tecno y canciones de ballenas, que hipnotiza a los espectadores.

Este sonido tiene un deje ancestral, los artistas señalan que con este proyecto buscan producir sonidos que no son fáciles de crear con instrumentos tradicionales. Los pitidos del pimiento, los huecos creados en las calabazas y el roce de las hojas de col son selváticos y te llevan a un mundo que sabes que el género humano despreció hace mucho y que posiblemente ya no se presta mucha atención.

“La diferencia se puede escuchar. A veces las verduras suenan como animales, a veces producen sonidos abstractos” afirma el portavoz.

Además, como si fuesen deportistas, realizan lo que en muchas disciplinas se conoce como el "tercer tiempo": al finalizar el concierto, cocinan una sopa con parte de las verduras.

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