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domingo, 16 de junio de 2013

¿Cómo podría lucir el rostro humano en 100 mil años?

Definitivamente hoy nos vemos más inteligentes que nuestros ancestros homo sapiens. Entre 800 mil y 200 mil años antes de Cristo, por ejemplo, los rápidos cambios en el clima de la Tierra coincidieron con el hecho de que se triplicase el tamaño del cerebro y el cráneo humano, así como perfilar los rasgos del rostro.

El artista e investigador Nickolay Lamm, junto a un genetista experto en informática, investigó cómo se verá el rostro humano dentro de 20.000 años, incluso se atrevió a viajar en el tiempo 60.000 y 100 mil años.

Lamm explica que gracias a la tecnología basada en la ingeniería genética es posible desarrollar y controlar la evolución humana, como actualmente controlamos los electrones.

Lamm se refiere a lo que denomina, “control de diseño” de la forma humana a partir de la evolución natural y utilizar la biología de acuerdo a las necesidades de la investigación. Las ilustraciones están inspiradas en las conversaciones entre Nickolay Lamm y el doctor Alan Kwan, quien es un experto en desarrollo genético computacional en la Universidad de Washington.

Kwan basó sus investigaciones en cómo serán los ecosistemas, el clima y los avances tecnológicos en el futuro. Uno de los grandes cambios, según el doctor Kwan, será una frente más ancha que, en realidad, ya creció desde los siglos XIV y XVI.

Científicos ingleses ya anticiparon que las comparaciones en el crecimiento del cráneo desde esos siglos hasta nuestros días muestran rostros menos prominentes pero frentes más amplias. Por lo tanto, Kwan deduce que la cabeza humana podría aumentar su tamaño para albergar un cerebro mayor.

Kwan considera que desde hace 60.000 años hasta hoy nuestra habilidad para controlar el genoma humano se ha ido traduciendo en el desarrollo del rostro. Como ingeniero genético sostiene que “el destino del rostro humano está directamente relacionado por sus gustos”.

Los ojos serán de mayor tamaño atendiendo a los proyectos de colonizar el sistema solar y la posibilidad de establecer colonias en esos planetas. Del mismo modo, la piel estará más pigmentada para protegerla de los rayos ultravioleta del Sol, más allá de ozono que protege el planeta Tierra.

De este modo, Kwan se atreve a señalar que la gente tendrá cejas más delgadas y un arco superciliar más pronunciado para enfrentar adecuadamente los efectos de una menor gravedad.

Kwan señala que en los próximos 40.000 o 100 mil años el rostro humano reflejará los “cambios de la morfología vinculada con la genética. El rostro mostrará una tendencia hacia lo que los humanos consideran básicamente atractivo: fortaleza, líneas bien definidas, nariz fina y recta, ojos intensos y, en definitiva, una simetría perfecta”.

Los ojos, por ejemplo, serán bastante grandes -al menos desde la perspectiva actual-y presentarán una luz muy especial, la llamada “plica luminaris” para protegerlos del efecto de los rayos cósmicos.

Pero también habrá otras necesidades funcionales, a saber, un mayor tamaño de las fosas nasales para facilitar la respiración en otros planetas y un cuero cabelludo más denso para mantener el calor de la cabeza.


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