miércoles, 5 de junio de 2013

Las moscas cambian su genética para resistir mejor el calor



Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) han estudiado por primera vez el efecto de una ola de calor sobre los genes de una especie y han comprobado que las moscas actuales toleran mejor el calor que las de los años 70 porque sus genomas se adaptan a los cambios de temperatura.

Los científicos vienen monitorizando la evolución de la mosca común Drosophila subosbcura desde hace 37 años y han observado cómo la ola de calor de la primavera de 2011 causó una "dramática alteración en la composición genética de las poblaciones de este organismo debido a una rápida proliferación de genotipos más tolerantes a las altas temperaturas".

La investigación, llevada a cabo por el Grupo de Biología Evolutiva del Departamento de Genética y Microbiología de la UAB, la publica este miércoles la revista científica de la Academia Nacional de Ciencias del Reino Unido, Biology Letters.

El trabajo parte del seguimiento que se ha hecho a este tipo de mosca, la más común en Europa, desde 1976 y se ha centrado en un tipo concreto de variabilidad genómica, denominada "polimorfismo cromosómico de inversiones".

El estudio ha permitido comparar cómo cambian los genomas de las moscas de la primavera al verano, de verano a otoño y de otoño a primavera a lo largo de los años.

En trabajos anteriores a 2011, centrados en una de las cinco parejas de cromosomas de la mosca y en una población próxima a la ciudad de Santiago de Compostela, los investigadores observaron que las variaciones estaban relacionadas con la adaptación a la temperatura ambiental.

Identificaron dos tipos de variantes genéticas: una para adaptarse al frío, ya que su frecuencia aumentaba siempre en invierno, y otra para el calor, "con una pauta de comportamiento opuesta", según ha explicado Francisco Rodríguez-Trelles, coordinador del estudio.

A lo largo de los meses, los científicos han comprobado que la evolución genética ha ido en paralelo a los efectos del calentamiento climático. En abril de 2011, la monitorización de las moscas coincidió con una intensa ola de calor que afectó al oeste de Europa y los científicos decidieron ampliar su investigación a la población de moscas de la localidad de Gordexola, cerca de Bilbao, para poder extrapolar sus conclusiones.

Allí comprobaron cómo el calor "alteró dramáticamente la composición genética" de las poblaciones naturales de mosca, ya que en plena primavera y en sólo una generación la especie adquirió una configuración genética de verano a causa de las altas temperaturas.

Durante la ola de calor, los investigadores comprobaron que las moscas portadoras de las variantes genómicas tolerantes al aumento de temperatura dejaron de media cinco veces más descendientes que las portadoras de las variantes sensibles a estos cambios.

"Nuestros resultados indican que la resistencia al calor tiene un origen genético. No obstante, no podríamos hablar de un gen del calor o un gen del frío, sino que los factores genéticos de la resistencia al calor están distribuidos por todo el genoma, al menos en las moscas", ha explicado Rodríguez-Trelles.

Para el investigador, "los resultados que hemos obtenido son una prueba fehaciente de que el incremento de temperatura está influyendo en la evolución de algunas especies".


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