martes, 19 de febrero de 2013

Nanopartículas de oro


El oro, símbolo químico Au, que deriva del latín aurum, es el elemento número setenta y nueve, situado en el grupo once, de la tabla periódica de los elementos. Según Fernández-Pinel y sus colegas, en el artículo escrito el año 2006 titulado “Propiedades magnéticas de películas finas orgánicas con casquillo de oro”, el oro es un metal precioso, conocido desde la prehistoria. Su extracción comenzó en el quinto milenio antes de Cristo, cerca de Varna en Bulgaria. Símbolo de riqueza, siempre ha ejercido un efecto atractivo sobre el ser humano. Debido a su relativa rareza, comenzó a usarse como moneda de cambio y como referencia en las transacciones monetarias internacionales. Utilizado en joyería, industria y electrónica, es un metal de transición, brillante. De color amarillo en su estado masivo, al disminuir sus dimensiones puede ser de color negro, rubí o morado. Es blando, de hecho es el metal más dúctil y maleable, por lo que se alea con otros metales para endurecerlo. Buen conductor de electricidad y del calor. Tiene una alta resistencia a la alteración química por parte del calor, la humedad y la mayoría de los agentes corrosivos. Una combinación sin par de características químicas y físicas hace el oro inestimable a una amplia gama de usos diarios. El oro es el menos reactivo de todos los metales. Se llama un metal “noble”, un término alquimista, porque no oxida bajo condiciones ordinarias, significando que nunca aherrumbrará y nunca deslustrará. Las características físicas del oro de la alta conductividad eléctrica e inercia del producto químico le hacen un conductor excelente y confiable, particularmente en los ambientes ásperos, donde las temperaturas pueden extenderse de menos cincuenta y cinco grados centígrados a doscientos grados centígrados.

Según Bhattacharya y Mukherjee, en el artículo escrito el año 2008 titulado “Propiedades biológicas de las nanoparticulas metálicas al desnudo”, la utilización de oro con fines médicos no es nueva, sino que se remonta a la antigüedad, existiendo constatación de la utilización de oro coloidal en China en dos mil quinientos antes de Cristo. En el siglo dieciséis el oro era utilizado para tratar la epilepsia y a principios del siglo diecinueve era el fármaco de elección para el tratamiento de la sífilis. El descubrimiento por Robert Koch del efecto bacteriostático del cianuro de oro frente al bacilo de la tuberculosis, marca el comienzo su utilización en medicina moderna siendo introducido en la terapia de la tuberculosis en 1920. En palabras de Chen, Mwakwari y Oyelere, en el artículo escrito el año 2008 titulado “Nanoparticulas de oro: De la nanomedicina a los nanosensores”, una de las indicaciones actuales más importantes del oro es en el tratamiento de la artritis reumatoide y otras enfermedades reumáticas, incluyendo psoriasis y lupus eritematoso. En el tratamiento de la artritis reumatoide en principio se utilizaron tiolatos de oro que eran inyectados intramuscularmente en forma de solución. Según el investigador Berners-Price y sus colegas, en el artículo escrito el año 1987 titulado “La auto oxidación y las constantes de disociación de protones de las difosopinas tertiarias: Pertinencia para la actividad biológica”, pero estos compuestos, que experimentaban una rápida distribución a órganos como el riñón, hígado y bazo, no estaban exentos de causar desórdenes sanguíneos así como nefrotoxicidad y hepatotoxicidad. Por este motivo se introdujo en 1985 una segunda generación de fármacos de oro conteniendo ligandos fosfina, que eran más liofílicos y permanecían más tiempo en circulación, reduciéndose de manera significativa la nefrotoxicidad.

En palabras de Al-Qadi y Remuñán-López, en la monografía escrita el año 2010 titulada “Nanopartículas metálicas: Oro”, las nanopartículas de oro presentan, en principio, una baja toxicidad y unas propiedades peculiares e increíblemente interesantes las cuales pueden ser, modificadas mediante su funcionalización con múltiples ligandos, con la finalidad de obtener nanosistemas óptimos para las distintas aplicaciones terapéuticas. (1) Biocompatibilidad y baja toxicidad. Es muy importante disponer de información fiable acerca del perfil de toxicidad in vivo de las nanopartículas de oro aisladas y formando parte de nanoconjugados y otros nano-transportadores, de cara a su posible aplicación en clínica. En párrafos anteriores se expuso que el oro coloidal, que presenta una elevada estabilidad química, ha sido utilizado históricamente con fines médicos. En consecuencia, de entrada cabría esperar que las nanopartículas de oro presentasen una baja toxicidad y elevada biocompatibilidad. Efectivamente, de acuerdo con Connor y sus colegas, en el artículo escrito el año 2005 titulado “Las nanopartículas de oro son absorbidas por células humanas, pero no provocan citotoxicidad aguda”, los núcleos de oro de las nanopartículas son inertes y no-tóxicos. Sin embargo, en la bibliografía reciente existen discrepancias acerca de su citotoxicidad, que podrían guardar relación con los diferentes tamaños y formas de las nanopartículas de oro investigadas así como con los distintos agentes empleados para su estabilización y funcionalización, los cuales otorgan a las nanopartículas de oro características superficiales distintas.

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