viernes, 13 de mayo de 2016

Cinco modos de morir que no son como te lo cuentan en las películas

Las arenas movedizas no tragan a las persona, las granadas no suelen matar, ahogar a alguien lleva un tiempo y la lava mata, pero no así
1.- Es casi imposible hundirse en arenas movedizas
Encontrar arenas movedizas no le va a resultar excesivamente fácil. Pero por si acaso ha de saber dos cosas. Estas arenas son, en general, bancos que cuentan con un porcentaje de humedad que hace que su densidad sea menor... en superficie. Difícilmente un cuerpo humano es capaz de sumergirse en ellas más allá de la cintura, salvo que la cantidad de agua sea significativamente mayor que la de arena, en cuyo caso, puede que te encuentres en el mar, y no en un banco de arenas movedizas. Básicamente es el propio peso y volumen corporal el que hará que esa arena se apelmace y detenga el hundimiento.

2.- Los tiburones no prefieren la carne humana
El género escualo debería presentar una demanda contra Steven Spielberg. Y es que el temor a estos animales marinos tiene mucho que ver con "Tiburón", la película, más que con la realidad. En el año 2015 hubo 98 ataques de tiburones confirmados. Seis de ellos resultaron letales, pero la realidad es que en ninguno hubo una gran cantidad de sangre ni pedazos de cuerpos flotando sobre el agua tal y como hemos visto en el cine. Los tiburones suelen usar los dientes a modo de exploración. Cuando se encuentran con un humano (cosa que generalmente ocurre cuando entramos en su terreno y no al revés) exploran a su manera, pero suelen desistir cuando se dan cuenta de que no es una deliciosa foca, sino un hombre o mujer recubierto de neopreno. Las muertes por ataque de tiburón (también muerden boyas marinas y hasta cascos de embarcaciones con puro afán exploratorio) suelen suceder porque la mordedura es inoportunamente mortal, pero no porque el tiburón se empeñe en merendar personas.

3.- Es imposible sumergirse en lava
El magma, AKA lava en superficie, tiene una temperatura que oscila entre 700 °C y los 1.200 °C. No hay que llevarse a engaño con lo que afirma este artículo, porque no es que uno no fallezca si tiene la mala suerte de perseguir su anillo de boda en un mar de magma. Lo hace, sí, pero casi por combustión instantánea. Las bonitas imágenes del bueno (y malo) de Gollum hundiéndose en la lava (por cierto, efectos especiales de producción española) serían bastante más feas si hiciesen honor a la realidad. Tampoco Arnold Schwarzenegger podría morir así en «Terminator 2» ni aunque su cuerpo resistiese el calor. Es que no podría ir hundiéndose hasta levantar el pulgar porque la lava pesa tres veces más y es más densa que el agua, y con al menos 100.000 veces su viscosidad, lo que hace imposible a un cuerpo de 80 kilos sumergirse en ella, como lo hace, por ejemplo, en una piedra fría.

4.- Ahogar a alguien lleva un buen rato
Cuando en una película vemos que alguien pierde la cabeza y pone la almohada sobre el rostro de otra persona, para acabar con su vida en unos pocos segundos, deberíamos saber que la muerte por asfixia, en la vida real, no sucede tan rápido. Para terminar con el oxígeno en sangre se necesitan aproximadamente 15 segundos, siempre y cuando no entre el más mínimo resquicio de aire. En ese caso, el cuerpo tendrá un acto reflejo de respiración que reiniciará la cuenta atrás. Tras esto, se precisan otros tres minutos para dañar las células del cerebro y otros tres para provocar un daño cerebral grave, aunque no necesariamente la muerte. Si el asesino persevera, le llevará entre 10 y 15 minutos acabar con la vida de su víctima. Cierto que la película se haría demasiado larga si se es fiel a la realidad.

5.- Las granadas suelen herir, salvo que afecten a órganos vitales
Lo hemos visto cientos de veces. Están atrapados, y el lugar por el que pueden huir está absolutamente lleno de malos. Mano al cinturón, granada, anilla de seguridad, lanzan y... Todos fulminados. Aunque es cierto que hay varios tipos de granadas, algunas de las cuales sí pueden provocar la muerte instantánea, lo más común es que la granada de fragmentación , la más habitual en el cine, provoque serias heridas con su carga pero no la muerte. Solo en caso de afectar directamente a los órganos vitales, pueden acabar con la vida de alguien de una forma más o menos inmediata. Pero la realidad es que ese tipo de granadas se usa para provocar cierto caos y aprovechar la ventaja estratégica que provoca la explosión.

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