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martes, 6 de diciembre de 2016

Se fabricarán baterías eléctricas a partir de la chatarra

El equipo de Cary Pint, profesor de ingeniería mecánica en la Universidad Vanderbilt de Estados Unidos, ha logrado reciclar la chatarra de forma tal que podamos tomar unos cuantos trozos de metal de una chatarrería, colocarlos en un frasco de cristal junto a una sustancia química doméstica común para producir una batería eléctrica. Aunque, por supuesto, la labor ha sido más complicada que eso.

Lo verdaderamente interesante de esta proeza técnica es que abre un camino hacia un reciclaje más provechoso de la chatarra.

Imaginemos que las toneladas de desechos metálicos descartados cada año pudieran ser usadas para proporcionar un almacenamiento de energía para la red de energía renovable del futuro, en vez de convertirse en una molestia para las plantas de procesamiento de residuos y el medio ambiente.

A fin de hacer posible tal futuro, el equipo de Pint se centró en el uso de trocitos de acero y bronce (dos de los materiales más habitualmente desechados) para crear lo que se ha convertido en la primera batería de acero-bronce del mundo que puede almacenar energía a niveles comparables con los de las baterías de plomo-ácido, cargándose y descargándose con tasas parecidas a las de los supercondensadores de carga ultrarrápida.

El secreto para desencadenar este rendimiento es la anodización, un tratamiento químico habitual utilizado para dar al aluminio un acabado duradero y decorativo.

Los investigadores hallaron que cuando los trozos de acero y bronce son anodizados usando una sustancia cotidiana y una corriente eléctrica como la disponible en muchos hogares, las superficies metálicas se reestructuran en redes de óxido metálico de tamaño nanométrico que pueden almacenar y liberar energía cuando reaccionan con un electrolito líquido con base acuosa.

El equipo determinó que esta estructura nanométrica explica el comportamiento de rápida recarga observado, así como la excepcional estabilidad de la batería. Los investigadores la sometieron a 5.000 ciclos de recarga consecutivos, el equivalente a más de 13 años de cargas y descargas en un uso normal, y encontraron que mantenía más del 90 por ciento de su capacidad.

Las baterías de acero-bronce utilizan electrolitos no inflamables con base acuosa que contienen hidróxido de potasio, una sal barata utilizada en los detergentes para ropa.

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