AVANCES | LA TECNOLOGÍA FORENSE DE AVANZADA TIENE HOY MUCHAS FORMAS DE IDENTIFICAR CON CERTEZA, CAUSAS Y PROTAGONISTAS DE UNA MUERTE.
Toda la triste y grotesca trama que se ha armado sobre la tragedia de Hanalí Huaycho Hannover, asesinada por su ex marido, el teniente Jorge Clavijo Ovando, hoy muerto también, ha dado motivo a que, como pocas veces, la gente se abra a hablar de la muerte.
De pronto, como dice el colega José Luis Exeni en una columna en un medio colega, todos nos hemos convertido en médicos forenses o por lo menos en odontólogos. El estado del cuerpo encontrado en La Asunta, zona de los Yungas en La Paz, ha dado lugar a dudas sobre su identidad por muchos motivos, pero un comunicado oficial del Gobierno asegura que el Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF) ha certificado de acuerdo a un análisis de ADN que sí se trata del teniente Clavijo. Por su parte, la familia de la periodista asesinada exige que se haga un examen en otro laboratorio fuera del país. Lamentablemente se han sabido de muchas irregularidades en el IDIF, por lo que la desconfianza no es gratuita.
Programas televisivos muestran a la muerte como un misterio que es un desafío resolver, para eso los médicos forenses estudian años.
CSI, Bones, y la mayoría de programas policiales hacen que los asesinatos y otras formas de muerte, sean un rompecabezas que siempre, o casi siempre, puede ser resuelto. Sin embargo la ciencia forense no sólo trabaja con muertos. Los vivos son objeto de análisis forenses en muchas circunstancias: tanto si son víctimas como victimarios, tal es el ejemplo de las violaciones.
¿Cuáles son las técnicas que se usan actualmente para identificar un cadáver en particular y qué otras opciones hay al examen de ADN que se usa en Bolivia?
¿QUÉ ES EL ANÁLISIS DE ADN?
Los análisis forenses de identificación consisten en realizar un ejercicio de comparación y acercamiento a la identificación mediante técnicas que van reduciendo el margen de incertidumbre hasta casi cero. Si así se consigue, la identificación es positiva y fuera de toda duda razonable. El ADN es una de esas técnicas que además puede extraerse matemáticamente y eso da mayor fiabilidad. Pero hay que empezar por el principio y esto consiste en tener información previa de las víctimas, realizar adecuadamente la exhumación, manejar la evidencia osteológica correctamente en el laboratorio, extraer muestras concretas para análisis complementarios. El carbono 14 se emplea poco en cuestiones forenses ya que, precisamente, esta disciplina se aplica en cuestiones contemporáneas. Lo importante es documentar bien los casos y para ello la informática es fundamental. A esto se añade el paradigma de la imagen. Hoy el ejercicio de demostración, tan necesario en lo forense, se realiza mediante imágenes que hace 3O años eran imposibles de pensar. “Y en general una buena actualización en lo forense pasa por descubrir y aplicar técnicas que pueden estar pensadas para otras aplicaciones y que aquí revolucionan lo hasta ahora conocida. Tal es el caso de las llamadas autopsias virtuales que puede darnos información del interior del organismo mediante escáneres sin tocar el cadáver”, explica Francisco Exteberria, médico vasco, eminencia en la ciencia forense durante la Guerra Civil española.
Bruce Budowle, jefe de la Unidad de Investigación Científica de la Academia del FBI en Virginia, y uno de los grandes expertos mundiales en las técnicas de análisis de ADN, explica que nuestras células contienen dos tipos de ADN: el nuclear, que como su nombre indica se encuentra en el núcleo de las células, y el mitocondrial, que se halla en las mitocondrias, unos orgánulos del citoplasma que son responsables de la respiración celular. La secuencia completa del ADN mitocondrial, de poco más de 16.500 letras, se realizó hace más de 20 años, y dentro de ella lo que se usa es la parte que no codifica genes; en particular, dos regiones llamadas HV-1 y HV-2. Constan de unas 300 letras cada una y es característica de cada individuo. Esto es así porque al no codificar genes, las mutaciones, es decir, los cambios aleatorios, no influyen para nada en su función, lo que nos permite, por comparación, determinar si un individuo se encontraba, por ejemplo, en la escena del crimen. O también para identificar familiares y relaciones de parentesco.
Para Budowle, uno de los procesos más críticos es el de la recogida de muestras que debe realizarse de manera impecable. No se deben contaminar las evidencias con ADN procedente del policía que recogió las muestras, que pueden ser de tejidos, dientes, pelos, saliva, sangre, semen... Curiosamente, el pelo es uno de los lugares más complicados de donde se extrae ADN. Si ha sido arrancado, lleva adheridas células del cuero cabelludo, y entonces es sencillo obtenerlo. Pero si, como suele ser más frecuente, es pelo que simplemente se ha caído, entonces la tarea es más laboriosa.
LOS MICROBIOS
El rastro de microbios que se deja al paso podría funcionar prácticamente como una huella dactilar capaz de desvelar nuestra identidad, según un estudio llevado a cabo por científicos estadounidenses. La técnica, dada a conocer en la revista PNAS, abre la puerta al desarrollo de una nueva técnica de identificación forense. "Cada uno de nosotros dejamos un rastro único de bacterias en nuestra vida diaria", señaló el autor principal del estudio, Noah Fierer. Según el biólogo, aunque la técnica aún está en su fase preliminar, "eventualmente puede convertirse en un valioso elemento en la caja de herramientas de los científicos forenses". La nueva técnica, basada en la secuenciación genética, tiene una precisión de entre el 70 y el 90 por ciento, un porcentaje que probablemente aumentará cuando se consiga perfeccionar el método. Aunque los científicos ya conocían la gran diversidad de microbios presentes en las manos de los seres humanos, "la principal novedad fue demostrar que esas diferencias podían utilizarse para identificar los objetos tocados por las personas, gracias a los microbios que dejaban", afirma Rob Knight, coautor del trabajo. Esta técnica también puede ser valiosa para la medicina legal cuando es difícil obtener ADN humano al no existir rastros de sangre, tejido, semen o saliva en un objeto, según Fierer. "Debido a la abundancia de células bacterianas en la superficie de la piel podría ser más fácil recoger ADN bacteriano que ADN humano de las superficies tocadas", señaló. Mientras tanto, un grupo de científicos españoles ha aplicado los conocimientos de la termomicrobiología, que permitirá determinar con más exactitud la hora en la que se produjo una muerte que no haya tenido lugar bajo causas naturales controladas, o que sean fruto de un crimen. Para la realización de este trabajo, los expertos analizaron un total de 240 muestras microorgánicas tomadas desde cadáveres procedentes del Instituto de Medicina Legal de Granada, así como 352 de sujetos vivos donantes. El sistema pretende automatizar el análisis de las etapas de descomposición y putrefacción cadavéricas, relacionándolas con el patrón de crecimiento/muerte de los microorganismos, responsables de las alteraciones post-mortem.
EL ADN SUICIDA
Un gran detalle se refiere al trabajo de un equipo de forenses que por primera vez ha demostrado que las personas que se suicidan han sufrido previamente una serie de cambios químicos en los genes que afectan al funcionamiento de las neuronas. En concreto, se trata de un proceso conocido como metilación, que en circunstancias normales mantiene desactivados los genes que las células no necesitan.
Analizando el cerebro de los suicidas, Michael O. Poulter ha encontrado una tasa de metilación muy superior a la media que "apaga" un gen clave para regular la actividad cerebral. Según explica el profesor Poulter en el último número de la revista Biological Psychiatry, este cambio químico sucede a largo plazo, es difícil de revertir, y con frecuencia acompaña a la depresión crónica.
(Con datos Muy Interesante, BBC, www.informaticaforense.es)
Y TAMBIÉN LA LETRA
Los lingüistas forenses comparan los escritos con las bases de datos de textos disponibles en busca de hábitos lingüísticos similares para descubrir perfiles de delincuentes. Esto incluye la identificación del vocabulario, argot, jergas profesionales, regionalismos e incluso la puntuación. Sin menospreciar ningún detalle del formato del documento y el soporte físico en el que se encuentra. Si la comunicación es oral, por ejemplo en una grabación, hay que tener en cuenta además el ritmo, la fonética, las pausas, la entonación o la separación entre palabras y letras. Ahondando en el uso del lenguaje, los lingüistas han comprobado, por ejemplo, que la veracidad de un relato es mayor cuanto más completos son los detalles sensoriales que incorpora. O que la decepción se traslada al lenguaje en el uso de preludios más largos de lo habitual.
Son lo que algunos expertos llaman mensajes subliminales o thoughprints, esto es, huellas del pensamiento que aparecen continuamente al comunicarnos. A esto hay que sumarle que el uso de nuevas formas de comunicación, como el correo electrónico o la telefonía móvil, está dando que hablar entre los forenses. El lingüista Tim Grant y el forense Kim Brake, de la Universidad de Leicester, pusieron en marcha hace unos meses el primer estudio forense centrado en los mensajes SMS. "Teniendo en cuenta que éstos son una forma de comunicación nueva y, a la vez, un modo especialmente informal de usar el lenguaje, no se espera que quien los escriba siga las convecciones lingüísticas", aclara Grant. "Esta libertad -añade- da lugar a diferencias significativas en el estilo que pueden emplearse para identificar a su autor". Además, los expertos estudiarán cómo influye en el estilo de un sujeto los SMS que recibe de su círculo amistoso. Otro de los cometidos de los especialistas lingüísticos y legales está en analizar el entramado del lenguaje usado en interrogatorios y confesiones. Los científicos también cuentan con sofisticadas técnicas para el análisis de la imitación en la firma y la detección de textos redactados con fines criminales, como falsas cartas de suicidio. Incluso son capaces de crear perfiles lingüísticos e identificar a los interlocutores de una conversación a partir de una grabación de voz.
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